domingo, 20 de abril de 2014 0 comentarios

Aliquid

Algún día llegará el momento de quedarnos
sin las prisas que nos pisan los talones,
agarrándonos al mismo horizonte donde
 prometimos mirar cada vez que la vida,
sin ti, sin mi, sin el uno sin el otro,
nos empujara al vacío que
no tenía nada que ver
con el que nos perdía al mirarnos,
temblando, en tus ojos.
El mismo que yo llamaba vértigo
por atreverse a reflejarme a mí, y a ti,
y a los dos en una historia que quién
hubiese querido que tuviera fin.

Algún mes llegará la primavera
que iguale el olor a rosas de tu piel y
 tendré que conformarme sin sumerger mis dedos en tu pelo,
mientras observo, envidiosa, cómo besas el cigarro y lo mantienes,
firme, entre tus dedos, entre esos dedos que siempre iban a ser míos.
Entre esos dedos que ojalá fuesen míos.

Algún día llegará ese año en el que
 no te conoceré en absoluto o en el que te conoceré por completo.
Pero me quedo con el segundo, que el primero me suena a invierno.
Y será entonces cuando invierta las manecillas del reloj
en tentar a la suerte entre tus costillas y las mías,
y las hojas del tiempo con entrada doble en primera fila.
martes, 15 de abril de 2014 0 comentarios

Quédate aquí


Quédate aquí, para siempre y conmigo,

bajo la sombra deleitosa de los árboles que

imitan a los pájaros, y cantan con tu voz.

Corre, más allá de los verdes prados

que buscan atrapar tu sonrisa

y bañar con ella todos los rincones

de sus riachuelos cristalinos.

Quédate aquí, donde pueda quererte,

esperarte, soñarte, besarte

donde pueda contarte de ti

y puedas verte reflejada en el agua

y encuentres tus cabellos entre el sol y la sombra,

o dejes caer tu vestido sobre el verde manto.
domingo, 13 de abril de 2014 0 comentarios

Una razón en mí

Aunque pase el tiempo, aunque pasen las ganas, aunque pasen otros. Aunque tu cielo ya no sea mi cielo. Aunque tus locuras ya no sean como las mías. Aunque me refugie en otros brazos, aunque te pierdas en otros ojos. Aunque mi vida se aleje de la tuya, y no volvamos a enconrarnos y ya nos quede muy lejos el camino de regreso. Aunque ya no escuche tus palabras, aunque te hayas olvidado de mi voz. Aunque todo siga pasando, aunque mi piel se erice con otro calor. Aunque tus manos recorran otro cuerpo, y ya no te acuerdes de mí. Aunque mi mundo gire en un sentido distinto al tuyo y en mis caminos no encuentre ni el eco de tu voz. Aunque estemos así, tan lejos, tan olvidados, tratando de recuperar lo que el pasado se llevó. Aunque te haya perdido y no recuerde cómo y por qué. Aunque desaparezcas bruscamente así como apareciste irrumpiendo mis días, mi vida, todo lo que era y hoy ya no compartamos siquiera el mismo aire. Fuiste esperanza cuando no la había, fuiste sueños entre realidades que lastimaban. Fuiste amor cuando ya no sabía amar. Fuiste tú, quien sin razones dejaste una razón en mí.
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Siempre desnudo y encima

Hoy, me gustaría decirte que  todo eso de que no quiero estar contigo, que no me gustas nada y que paso de todos tus rollos es una mentira que no me creo ni yo. Me gustaría decirte que todo este tiempo no he tenido otras ganas que no fuesen de estar ontigo, y a la mierda el romanticismo, porque son ganas de comete poquito a poco y sin  pausa, hasta el último rincón de tu cuerpo, que me bajes las bragas y destrozarnos por dentro.
Ay, mi amor, qué ganas de rompernos  por dentro... Y qué ganas de quererte en silencio para que no te subas. Para que no te des cuenta de que vivo por ti. Y por este nuevo empezar. Por esos rotos que pretenden arreglarse entre sí. Que te quiero, de verdad, para siempre, desnudo y encima.
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Tercero de abril

Solía cerrar los ojos e imaginar estar donde quería estar. Soñar que algún día escapábamos juntos al pasado que nos ha mantenido carceleros durante tantos años, de la incertidumbre y de la ciudad para refugiarnos en orgasmos que llevan,  por mi parte, todas las letras de tu nombre.
Pero todo este tiempo he pensado que si quieres algo solo tienes que luchar por conseguirlo, hasta el final y por encima de todos los obstáculos. Sin embargo ahora no me quedan fuerzas; las gasté en otra ocasión, quizás.
No sé cómo se lucha cuando no tienes a nadie. Y cuando digo a nadie es que no tienes a nadie a quien contarle nada, porque en aquellas hostias perdiste hasta los temas de conversación.
Que yo no era así, que e l pavo se ha ido con las ganas de reírse, y ahora no dan señales de vida.
Y me dicen que es porque cuando algo te duele demasiado no te salen las lágrimas, ni los gestos, ni cualquier otra indicación que muestre dolor. Te limitas a sentir cómo late tu pecho, a sentir como respiras.

Por eso ya no sueño, porque no hay ningún lugar en el que quiera estar.
 
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