martes, 11 de abril de 2017

Querida mente destructiva:


Es hora de terminar este capítulo. He intentado varias veces hacerlo, quedando escritas las primeras líneas de una carta que ha soñado con ser enviada, leída, aplastada... Pero finalmente han resultado hojas de texto, vacías, sin saber por dónde empezar, dando las gracias a diestro y siniestro y lo que es peor, pidiendo perdón por hacer las maletas e irme. He estado sintiendome culpable de mi huída, plantándome ante el futuro y jugando a pedirle que me enseñe las cartas, por si realmente estoy abandonando. No te estoy abandonando, me estoy salvando. Huyo. Escapo. Corro. LLámalo como las manos manipuladoras de tu mente quieran ponerle nombre. Hoy, yo, me escapo de ellas.

Y por fin, después de año tras año creyendo mentiras, "tan lista como eres, y no te das cuenta de esto", tan vacía por momentos, me declaro imbécil. Vete a la mierda. Y todas sus consecuencias. Ya no seré yo la que se sienta responsable de tu vida, de tus patéticas ideas de suicidio. Ya no me siento en deuda contigo. Estuviste. Sí, como pudiese haber estado otra persona. No te debo nada. Ni siquiera estas palabras. Quizás las manipules también, quién sabe.

Tan solo de diré que, poner como excusa una enfermedad, clavarle la espada por la espalda a quien pone el escudo ante ti y no ante él mismo, mentirte a ti mismo, aprenderte un guion y repetirlo a cualquiera que se atreva a quererte (buena suerte) o a intentar hacerte feliz (buena suerte) o a intentar salvarte (BUENA SUERTE), no es de ser una mierda de persona, que también, sino de tener tal grado de enfermedad y no ser consciente de ella que acojona. Acojona.

Estás solo. Incluso tu familia te ha abandonado. Tus amigos también. No puedes hablar de tus amigos como si fuesen mierda cuando están ahí, intentando que te agarres a la falsa vida que llevas. Acepta tu enfermedad. Acepta tu problema. ¡QUE NO ES CON EL MUNDO, NO ES CON LOS DEMÁS, ES CONTIGO! ¡C-O-N-T-I-G-O!

No has cambiado nada en todo este tiempo. Y sí, soy yo la que ha cambiado. Y menos mal. Gracias vida por enseñarme tanto - y no Gracias a ti-, por enseñarme a ser valiente conmigo misma. A valorar lo que es la amistad. A enseñarme a respirar. A no ver las cosas malas de la vida. Por enseñarme lo que unas palabras manipuladas pueden lograr. Por hacerme perder amigos, batallas, tiempo, ilusiones, para valorarlo después. Gracias por ser el mayor palo de mi vida, del que antes sentía pena, hoy siento asco, y mañana me provocará carcajadas.

No.

No te he abandonado.

Si algún día estás solo. Si tu familia te ha abandonado. Si tienes 40 años y ningún futuro por delante. Si has pasado la vida excusándote a ti mismo. Si algún día realmente valoras tanto el suicidio como tanto nos has hecho ver a todos. Si de verdad algún día eres tan valiente como para matarte: la culpa no es mía. La culpa no es nuestra.

Porque yo, hoy, soy libre.

Y mañana también lo seré.

Me has enseñado a poner la amistad por delante de cualquier cosa. A luchar a ciegas contra mil tanques que bombardeaban mi dignidad. He aprendido a pedir perdón cuando no tengo la culpa ¡e incluso creerme que la tengo! A perder amigos, a sentirme sola, a ver el lado negativo de las cosas, a querer vivir porque debía estar contigo. Pero lo más importante, y por lo que he aguantado todo eso, por lo que he creído todo este tiempo que estaba en deuda contigo: gracias por hacerme tan valiente como para sacar mis problemas a tomar el aire "para que no se oxiden ahí dentro".  Gracias, de veras. Pero repito: si no hubieses sido tú, hubiese sido otro.

Tóxico.

Tú si que eres tóxico.

Es increíble la cantidad de historias que se esconden detrás de una persona. Y la cantidad de lazos que hay entre esas personas. ¿Cuántas personas a lo largo de tu vida te han demostrado tanto? Te contestaré a la pregunta: nadie.

Cuántos cafés de mentira, cuántas lágrimas, abrazos, llamadas, conversaciones, palabras, de MENTIRA. Al menos para mí, será solo este interminable capítulo. Para ti, será la vida

Finalmente te diré que, has sido como la droga. Adictivo. Un período de desintoxicación duro. Y cuando aprendes a vivir sin ella - sin ti-, vives de verdad. No hay nada que me venza. Es triste decir que lo que más he querido en la vida es lo que más infeliz me ha hecho.

Así que, te cierro.

Con todo el asco del mundo y las ganas de que algún día te arrepientas tanto como yo de todo esto.

Que te den.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;